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29 Los que pasaban lo insultaban y, meneando la cabeza, decían:

— ¡Eh, tú que derribas el Templo y vuelves a edificarlo en tres días: 30 sálvate a ti mismo bajando de la cruz!

31 De igual manera los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se burlaban de él diciéndose unos a otros:

— Ha salvado a otros, pero no puede salvarse a sí mismo.

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